9 dic 2008

Una pequeña parte de mí




En el fondo del océano, todo se vuelve más obscuro, los colores palidecen ante la luz de unos ojos que se apagan. La frecuencia latente de las palpitaciones se espacian ante la enorme presión que han de soportar, ante la enorme tensión de la ausencia.
Y el calor. Él también desaparece, conforme me hundo más profundo, a medida que me alejo de la superficie, a la vez que me alejo de tí.

Una pequeña parte de mí siempre deseará algo distinto, que pudiese hacerme cambiar, algo nunca encontrado, un pequeño rastro de esperanza en la profundidad absoluta, un cabo que me lance a la superficie, donde tú calientas mis venas, donde haces fluir mi sangre ahora escarchada, pronto helada. Pero esos son sólo pequeños sueños de grandeza, porque creí estar en otro lugar, creí encontrar el cáliz de mi salvación en tu pequeño triángulo vital. Pero no.

A cambio, todo se desvanece en este lugar, nada parece soportar el peso del tiempo, el peso del agua, nada parece resistir esta distancia, este tiempo, estas penumbras. Nada queda aquí para nadie, pues nadie más que yo vendra a este lugar

Como en las lunas que visité anteriormente, el peso no tiene importancia, floto, y no acaba nunca. Siempre estoy flotando, casi no puedo avanzar y mientras, escucho como te ríes desde tu barca, allá arriba, escucho como te burlas, y yo no puedo responderte, porque no queda aire en mis pulmones oprimidos.

Una pequeña parte de mí sabe que esto no durará mucho, sabe que esto tiene que terminar. Pero yo también sé todo lo que se puede romper cuando todo esto haya acabado. Sé que todo va a cambiar. Yo en el fondo. Tú en la superficie. Dos mundos opuestos que no pueden mezclarse, es más: que no deben mezclarse. Somos agua y aceite.

Ahora no puedo observar las estrellas que nos bañaban con su luz de nocturna soledad. No podré jamás volver a sentir los influjos de la luna al ver caer su estela en tus facciones infranqueables por cualquier otro estímulo. Ahora sé a qué me enfrento, sé que todo movimiento es en vano y que no habrá nada más que esta llanura infinita, en los abernos del océano.

Una pequeña parte de mí se disuelve en el agua salada. Algo en mí se marchita en el silencio. Ahora comprendo lo que antes siquiera podía vislumbrar.
Una pequeña parte de mí desaparece con tus burlas, con tus risas, con los besos que no recuerdas, con el resto de acontecimientos que no recuerdas. Así es fácil, porque nunca exisitieron para tí.
Una pequeña parte de mí, se aleja para no regresar. Parte hacia una nueva claridad, nuevas melancolías, nuevas cascadas de agua virgen que limpie mi interior.
Una pequeña parte de mí se ve más expuesta que nunca. Soy el adán de las profundidades, en busca de algo que cubra mi deshonra en este paraíso infernal.
Una pequeña parte de mí dice adiós.
Una pequeña parte de mí se ausenta.
Una pequeña parte de mí, se desvanece en tu falsa inocencia, en tu mundo aislado de este, opuesto y totalmente libre de culpa.

Una pequeña parte de mí, nunca podrá escapar de este lugar.

Jose Lun

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