Lo primero es la suma, la unión y tomar conciencia de que lo que nos une es precisamente lo que nos destruye. La infinita capacidad del ser humano para empeñarse en ser infeliz me abruma y me bloquea porque no entiendo este patrón de comportamiento que nos domina.
Vivimos subyugados por el libre albedrío de nuestras emociones. Ellas manejan los hilos a su antojo y no podemos más que resignarnos a su propia voluntad. Claro que la naturaleza es sabia, y nos hace creer que somos nosotros los que controlamos nuestros parámetros psíquicos.
Tú y yo nos encontramos en un punto de contacto en el que nos dimos cuenta que teníamos muchas zonas comunes pero también muchos sentimientos encontrados, enfrentados. Y después de un tiempo vuelvo a pensar en que la química ha muerto, al final siempre muere y sinceramente, no hago nunca nada por evitarlo porque en el fondo es una trivialidad. Nos empeñamos en juntarnos y en intentar conseguir un apego progresivo, creciente, y no nos paramos a pensar si es realmente lo correcto o lo que queremos, lo hacemos por inercia, por lapsus cultural y social aceptado e implantado en nosotros a modo de impronta.
Hemos aprendido que la felicidad se encuentra en la antesala de la propia felicidad y no en la misma. No se encuentra en el objetivo, sino en el camino que recorremos para llegar a él. Nuestro error ha sido pensar en que hay una meta, cuando realmente no tiene por qué existir. Nuestro error ha sido pensar en un desenlace de un signo u otro cuando realmente no tiene por qué haber tal desenlace. Nos empeñamos en ver la vida y las relaciones como si de una película se tratase, en la que tenga que haber un letrero que rece "The End" cuando no tiene por qué ser así. Nos empeñamos en secuenciar nuestros días, quedarnos pasmados mirando a ver si ocurre algo interesante y olvidamos de que hay que luchar por lo que realmente se quiere.
Lo segundo es el miedo.
Cometemos el error de huir de lo que nos provoca miedo, o aún peor, del miedo en sí. Es por eso que los miedos crecen en cascada. Tampoco se trata de enfrentarse al miedo sino a su origen. Somos capaces de negarnos con tal de no enfrentarnos, de no luchar y por tanto lo arrastramos y cada vez se hace más fuerte y nos roba más de nosotros. El miedo es un ladrón.
Tú y yo estamos en la habitación del pánico, y nos asustamos el uno del otro, sentimos una inevitable atracción separatista en convicción, pero no en origen. Entonces los dos corremos hacia la salida de emergencia a ver quien sale antes, y lo hacemos por puro y absurdo miedo infundado, inexistente. ¿qué es lo que nos asusta tanto?. No lo sabemos, y eso nos asusta aún más. La intensidad de este feedback es creciente e infinita. Tendríamos que poder pararlo.
Entonces ya sé qué cojones nos está pasando, y comprendo que aunque me pese, es así y probablemente siga siendo así, aunque no por mi parte: siempre sigo intentando seguir una línea evolutiva natural y si hay piedras preciosas en el camino que me deslumbren, tengo que pensar sosegadamente si esa piedra preciosa me es beneficiosa, si es lo que realmente quiero y si es lo que necesito. Y si intentan hacerte creer que no encontrarás una piedra preciosa mejor, que es tu única oportunidad de tener algo así en la vida y que jamás volverás a tener tanta suerte, entonces desconfía, no prestes atención, porque siempre hay algo mejor, más compatible y más positivo, siempre. Y desconfía porque son cantos de sirena, siempre cantos de sirena.
Jose Lun
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