Una estrella colgada en el centro de un firmamento colosal.
Mis ojos perciben la luz titilante. Es todo cuanto me llega de tí.
Llevas mucho tiempo allá, pero mis retinas te descubrieron no hace tanto.
Y ahora apareces como una nueva claraboya, y yo tengo que nadar entre el polvo estelar hasta llegar a tí. Y esta vez no hay agujeros negros que puedan impedirme llegar hasta tí, ni hay polvo estelar lo suficientemente implacable como para impedir que pueda coger tu mano. Porque esta vez no hay barreras, llegaré hasta tí.
Y cada vez que el desconsuelo me atraviesa, yo me alimento de la incertidumbre que me das para impulsarme con más fuerza hacia tí, y me nutro de las palabras que me ofreces para regenerar mis heridas. Así me mantengo siempre en pie, así cada día estoy un poco más cerca.
Y no me importa que este viaje sea indefinido, y no me importa luchar contra los elementos, porque sé que al otro lado estas tú, y contra eso no hay nada que pueda impedirme completar mi camino. Ningún esfuerzo es vano si el mismo significa una oportunidad.
Porque eres una estrella en el centro de un firmamento colosal, me acerco.
Y yo tan solo te pido una única súplica: no te apagues antes de mi llegada, no disminuyas tu intensidad, porque entonces, me veré perdido en la inmensidad, y quedaré buscando mi luz en la eternidad, y esperaré hayarte como te ví siglo tras siglo, y pasaran las eras de nuestra existencia, y yo, jamás dejaré de buscarte.
Jose Lun.
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