11 feb 2009

Prevención emocional (y un homenaje a la y griega)



Vivimos sumidos en un neblinoso halo de incertidumbre que evoluciona al compás de nuestras acciones. Las experiencias pasadas pasan a ser muestras experimentales en nuestra psique, y nos sirven para construir nuevos peldaños, y más estables cada vez. Y basándonos en muestras anteriores que dieron al traste, nos sirven como vacuna de un virus desactivado ya por el tiempo, que al ser inyectado nos hace inmunes a situaciones similares que nos puedan sobrevenir.

Me centro en una de esas muestras, miro el tubo de ensayo y veo un peligro potencial encaramándose a mi espalda. Entonces, sé que es el momento de la inyección, y sé que es un ensayo clínico experimental conmigo mismo, y sé que puede fallar.

No estoy dispuesto a asumir cargas, errores, arrepentimientos, inseguridades o frustraciones de terceros, porque ahora sólo existe el “tú y yo” y, para ser sincero, esta vacuna me sienta de puta madre, con perdón de la expresión. La disensión tras el pinchazo no existe: un poco de algodón, alcohol y una bromita que otra con la enfermera que, puestos a imaginar, está como un cañón.

Ese es el proceso mental de prevención de riesgos emocionales potenciales. Por tanto, la experiencia nos brinda una vez más una cura a algo que ya padecimos en un pasado, por lo que esos mismos hechos pasados nos inmunizan contra ataques futuros.

Luego también están los que dicen que todo esto son patrañas sin sentido, que son marañas mentales inconclusas y carentes de rigor. Y ¡oiga usted!, que para gustos colores, ya estamos muchos así que tampoco viene mal despejar la cubierta un poco, que tampoco es que estemos aberrando los pensamientos, o prostituyéndolos siquiera.

Todo esto se deriva de las tensiones sexuales latentes en nuestro fuero interno: ¡hijas de puta! Siempre están a ver qué pueden sacarnos por un ratito de vigor circulatorio y concentración sanguínea en ciertos apéndices. Y claro, nosotros no nos podemos negar ante esto, y como nuestra meta es conseguir ese premio sin caer en el onanismo compulsivo, pues recurrimos a estas “inyecciones” preventivas, que prevenir nunca está de más y es mejor que luego andar curando heridas.

En fin, que todo esto no es más que un punto de vista sobre cómo nos protegemos a nosotros mismos ante el posible daño que terceros nos puedan hacer, basándonos en experiencias pasadas. Por supuesto, no digo que no existan otros caminos, pero ya sabéis lo que dicen: cada uno habla de la feria según le va...


Jose Lun

2 comentarios:

maripa aparicio dijo...

PERO ESTO LO HAS ESCRITO TÚ?

Jose Lun dijo...

MADE IN JOSE LUN