24 nov 2009

Arena

Amanecer en una isla desierta, no hay más que ideas dormidas flotando en la cabeza, sin sentido y sin otro propósito que el de acabar desapareciendo con el paso del tic-tac.

Amanecer con un puñado de arena en las manos que se desliza entre los dedos, librándome de tu lastre inútil, desechando vanidades y dejándome la esencia.

Amanecer desnudo, encubierto y vacío de carencias. Todo lo que soy es cuanto tengo, todo cuanto tengo es lo que quiero y lo que quiero es lo que soy.

En estas manos ya no queda arena que arrojar al mar porque toda ella fue desechada, y ahora me alejo de la orilla en busca de una nueva claridad que guíe mis pasos en estos días gausianos.

¿Desorientación? Si, absoluta. Es el rechinar de mis dientes lo que me lleva a pensar en señales de humo, y a equivocar mis decisiones precipitadas.

¿Estamos solos? Si, completamente, no hay duda alguna, y si dudas es porque hace tiempo que tomamos sendas dispares y completamente incompatibles.

¿Podremos cambiar? No, inevitablemente no. Somos opuestos y ni siquiera el torbellino podría mantenernos unidos más de unos pocos segundos.

Entonces ¿qué nos quedará?
Arena, tan solo esta arena que se desliza entre los dedos...


Jose Lun.

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