20 dic 2009

Plenilunio

En la tarde, la calle se abría de par en par dejándome seguir mi propio rumbo. Los dos sabiamos que Madrid era el punto de encuentro, y tú sabías que si aparecías en la noche, allí te secuestraría y te quedarías, con tu permiso o sin él.

Y apareciste y entonces, lo que tenía que pasar acabo con nosotros en una insuperable sensación de plenitud continua y absolutamente decisiva para lo que nuestros pasos iban a ser a posteriori.

Y aún me sabes, y eso es lo que me enloquece, para que me ates y no me dejes escapar. Pero yo, al final, acabo fugándome y no sé por qué. Quiero saber si recuerdas tu sueño, si aparezco en él, y te ruego que me mientas y me respondas: no!.

Eres arabesca morena, y eso me quita el sueño, porque la marca de tu ropa en la piel descubre el sol en ella. Eres puro espectáculo al moverte, y yo desde la platea te miro, sabiendo que en unos instantes te voy a consumar consumiéndote lentamente. Y no me importa si ruedan cabezas después, porque ese es el momento exacto en el que arriesgo todo lo que tengo o lo que soy, por todo lo que me das, y nadie más puede ofrecer, siquiera en pobre imitación barata.

¿Y donde estamos el uno del otro? nuestras hormonas se buscan y nosotros caminamos sin embargo en sentido opuesto. Y al final nos volvemos a ver en Madrid, y tú, siempre apareces un peldaño más perfecta, y yo un poco más fuerte, e irradiamos diez sobre diez.

Pero aún no estamos aquí, porque eso sería algo totalmente normal, y esto no es normal, y eso es lo que precisamente nos hace distintos a cualquiera otras personas en el universo. Y cada átomo de este sitio ha sido creado para los dos, y todo lo demás, todo, es un puro accidente casual y consecuencia de nuestro contacto totalmente perfecto y por supuesto, inmortal.

1 comentario:

isis dijo...

sencillamente, genial
un beso :)