7 ago 2010

Mientras vivo

Apareces frágil, transparente, siempre a la deriva en mis pensamientos.
Surges como antes.
Y eres el impulso.
Y eres en realidad la sangre que fluye en mí, sin impurezas.
Sólo tú eres quien devora mi obscuridad, y quien me aleja del borde del abismo.
Y eres sólo tú.
Porque he perdido la cuenta de mis resurrecciones, tú, transformas esta negrura en abrazo infinito.
Porque te debo cada despertar, tú, arrancas mis tragedias a la profundidad.

Abastece de miradas a estos ojos que te observan, mientras distingan tu grandeza en el beso colosal.
Aprieta fuerte este corazón afilado contra la cuerda, hasta que sea definitivo y libre dentro de tu cuerpo.
Y no puedo si no eres.
Y tus manos definen mis formas en cada amanecer.
Echo de menos el tiento en los labios, rojo y ferviente, devoto y pagano, vibrante y lascivo.
Vibrante y lascivo.
Porque consumo este cáliz de tu centro, tú, me mantienes a salvo en este acto teatral inacabado.
Porque por ti soy y sigo siendo a cada instante, tú, no me faltes nunca mientras oigas el latido.

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