21 sept 2007

El azar, el libre albedrío


por Jose Lun




A veces uno parece condenado a un sistema de caida perfecto, sin fisuras ni puntos débiles. Hay un gran abismo en lo que imaginamos que va a ser, y lo que luego es en sí, es decir, la diferencia entre la realidad y lo que soñamos previamente a ella, y esto no deja de ser una consecuencia del libre albedrío, de como cualquier mínimo factor externo puede llegar a cambiar el rumbo de nuestras vidas: quizá si te encuentras a un viejo conocido por la calle y lo saludas, ese simple hecho cambia tu vida. Quizá si no te hubieses encontrado con esa persona, en esos cinco minutos de tu tiempo podrían ocurrir otras cosas que cambiasen tu vida, para bien o para mal.



Es la filossofía del "por los pelos", siempre que algo pasa "por los pelos", es porque un factor externo, y generalmente trivial, nos ha retrasado o adelantado unos segundos, haciendo que en cierta situación, pongamos de peligro de muerte, no se haya consumado.

Pongo un ejemplo verídico:
Conocí un hombre, en concreto el padre de una antigua amiga de cuyo nombre no quiero acordarme, que me relató como "por los pelos" seguía en este mundo:
Resulta que fue a coger un avión que le traería desde Nueva York a Madrid. Su mujer e hijos se habían vuelto unos días antes y él se quedó porque tenía que terminar algunos trámites puesto que había estado trabajando allí algunos años (él es puertoriqueño). El caso es que estando en el aeropuerto, quedaban más de 4 horas para el embarque y decidió que en vez de quedarse esperando, aprovecharía ese tiempo para hacer el cambio de divisa.
Tras esperar una larga cola le informaron de que no podía cambiar la divisa en el mismo aeropuerto (mi memoria no llega a recordar la razón). Como tenía tiempo, cogió un taxi y fue al banco correspondiente a hacer el cambio que sin problemas logró efectuar. A la vuelta se encontró con un atasco increíble, porque parece ser que había ocurrido un accidente grave.
Cuando llegó al aeropuerto, literalmente vio su avion (con su equipaje en él) despegar.
En aquel momento maldijo su situación y me puedo imaginar la frustración e impotencia, sin sus pertenecias y sin saber cual podría ser el siguiente vuelo que le pudiese traer a España.

Bien, el hecho importante, la esencia de esta historia, es que aquel avión que vio despegar, aquel avión que debía coger, aquel mismo, se desintegró horas después en un punto del océano Atlántico, a causa de un fallo en el turboreactor.

Pasan los años, y el vello se me sigue erizando. Recuerdo su expresión al contármelo, no lo olvidaré jamás.

"Por los pelos", gracias a que en el aeropuerto no le cambiaron la divisa, gracias al atasco que (paradójicamente) había sido causado por un accidente, gracias a eso, vivió, y sigue hoy día viviendo. Factores externos que en sí pueden ser (si se me permite la expresión) una putada en el mismo momento, pero que a largo plazo son en nuestro beneficio. Por supuesto, esto también es válido para el recíproco.

Este ejemplo es muy obvio, se observa claramente la relación "causa-efecto". Pero mi intención contando esta anécdota (si se le puede llamar así) es explicar como esto mismo nos pasa constantemente, diariamente, sin que nos demos cuenta,. Lo que pasa es que la causa y el efecto no son hechos tan dramáticos y no somos tan conscientes de los camnbios que pueden llegar a implicar inclinando la balanza hacia un lado u otro, y en ocasiones, provocar que estemos en el lugar y a la hora equivocada.

Hasta aquí bien, pero si discurrimos más, podemos observar como este hecho es un "fractal" casi infinito, porque al igual que nosotros, el que estemos en un sitio x en el momento equívoco, es también aplicable como es evidente a todas aquellas personas que se ven implicadas en ese mismo momento en el mismo hecho. Por tanto, un fractal de trivialidades cotidianas pueden marcar el límite entre la vida y la muerte, en el peor de los casos, y en lo cotidiano cotidiana, que una vida siga un camino u otro.

Personalmente, recuerdo que cuando entré en el instituto, dudaba entre dos, y me decanté por uno en el último momento y de forma casi inconsciente. Y siempre pienso lo distinto que podría ser, corrijo, que sería todo si esa decisión en apariencia trivial, hubiese sido la contraria. Hoy con certeza no estaría escribiendo esto, quizá estuviese en otro lugar, en otro país, mejor o peor, quizá estuviese muerto porque una serie de anecdóticas trivialidades me hubiesen llevado a ello de una forma prácticamente aleatoria, o quizá simplemente estaría igualmente aquí, pero con otras cosas en la cabeza.

Todo forma parte de un complejo engranaje en el que hasta la pieza más simple, constituye un elemento esencial para que las cosas ocurran de uno u otro modo. Y esto es razón suficiente y necesaria como para no creer en el destino, nada está escrito, todo es producto del azar, por eso la vida es tan injusta en muchos casos, porque, auque no queramos reconocerlo, las cosas, simplemente pasan y punto, ¡¡que cojones!!.

Jose Lun


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado leerlo, si señor, las ideas y la manera de contarlas. Enhorabuena, ciertamente interesante tu reflexión y muy bien escrita.

Alicia AK dijo...

Lo he pensado tantas veces... Haces esto, dejas de hacer lo otro y a base de cosas que te van pasando eres una cosa u otra. Sin ir más lejos existo por un error en un número. Son cosas que te hacen pensar. Aunque a veces las "casualidades" resultan bastante curiosas.
Saludos

Alicia AK dijo...

Cuantas "cosas" escribir dormida reduce muuucho el vocabulario... XD