21 abr 2009

Marcas en la arena

Sabíamos que existían límites impenetrables en aquellos sentimientos, y así, también supimos que todo aquello era efímero, y tendía a desaparecer como lo hacen las marcas que dejamos en la arena junto al mar.

Este conocimiento al menos, nos dio la oportunidad de aferrarnos al momento como si fuesen los últimos momentos de existencia. Y yo a sabiendas de no volver a contemplar aquella imagen (y desde aquellas perspectivas concretamente) ni vivir la experiencia de clímax absoluto en comunión mutua, clavé las uñas al sentimiento voraz y primario, convirtiéndome en un ser instintivo e impulsivo que al oler cada vez el recuerdo en sus rincones, rastreaba las zonas como un lobo hambriento, cuando se dispone a cercar a su presa favorita.

El alivio tras la explosión es también fugaz, un mero placebo temporal en el que no existe el deseo, en el que todo está bien, está iluminado. Sin embargo, vuelven los agentes químicos de las hormonas a la sangre, y eso, no se puede frenar.

Ahora es momento de pasar página, atar cabos y seguir hacia adelante sin mirar atrás y sin hacer mucho ruido. Es momento de concentrarse en lo que está por venir, de renovar el aire, limpiar los pulmones, deshacernos de los olores y de los sabores y empezar a pensar de otro modo. Y es la hora de dejar que se disuelvan para siempre, las marcas que los dos dejamos en la arena.

Jose Lun

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