6 feb 2010

prisión

Al fin y al cabo, después de todo este tiempo en el que mi pretensión no ha sido otra que la de librarte de esas alambradas espinadas que te impedían ser tú, me estoy empezando a hacer adicto a tus belicismos, yo, que siempre fui hombre de paz.

Estoy apocado a ser tu bufón en los momentos de obscuridad, a ser tu cascabel en los silencios, que junto a ti, jamás fueron incómodos, o perturbadores, o indiferentes, porque fue en ellos donde te anclé a vínculo indisoluble, yo, que siempre fui hombre solitario.

No intenté más que ahorrarte momentos de caída abismal en esos días nublados que no nos dejaban en paz, que no daban tregua a nuestro amor potencial en los mismos lugares donde imaginábamos ser mucho más, nosotros que siempre fuimos tan insolentes.

Cesó entonces toda actividad en los abrazos perpetuos a través de los que nos absolvíamos de nuestras equivocaciones y dejábamos fluir nuestra devoción por lo pornográfico, y comenzábamos a ser lujuria, nosotros que siempre fuimos pura hormona.


Jose Lun

1 comentario:

Jose Lun dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.